11 de mayo de 2011

Un muro de tres metros

Este domingo arranca en Porriño (Pontevedra) la fase final del Campeonato de España junior. En él participará el ganador de la liga cántabra, el CB Solares. Los pupilos de Ángel Abascal deberán redoblar los esfuerzos en tierras gallegas, porque allí les espera, en el día de su debut, una de las canteras más prolíficas del baloncesto español: el Joventut Badalona. Los verdinegros se han proclamado campeones de su comunidad, comandados por un jugador con experiencia ACB (Albert Homs) y un gigante de 2'27 (Bienvenu Letuni), cuya historia ha recorrido las páginas de los principales diarios nacionales:

El nuevo Manute Bol ya está en España (2009)

Bajo el nombre de Bienvenu Letuni se esconde una de las historias más sorprendentes del baloncesto español en los últimos años. Un chaval de 15 años y 2'24 metros de estatura que está a punto de cumplir su sueño: jugar en el baloncesto español. Su tamaño asusta y su historia, también. Letuni, que ha estado probando estos días con las categorías inferiores del DKV Joventut y hará lo mismo con el Caja Laboral en los próximos días, procede del Congo, concretamente de la región de Bandundu, donde se forja una historia que va más allá del baloncesto y alcanza las huellas de Serge Ibaka (que ya está en la NBA) y Christian Eyenga (drafteado por los Cavaliers), las dos últimas perlas africanas.

A través de la agencia de representación U1st, la misma que llevó a Ibaka a la NBA desde el corazón de África, participó en un campus para jóvenes promesas africanas y los ojeadores quedaron sorprendidos por su tamaño, que ahora le ha llevado al basket europeo. El jugador padece gigantismo y los médicos de Badalona, que ahora tendrán que examinarle a fondo para ver si necesita ser operado, han medido sus dimensiones sobrenaturales para un chaval de 15 años: 2'24 de estatura y una envergadura superior a los 2'40. Pero hasta llegar a España, Letuni ha tenido que superar muchas barreras que convierten su historia en única.

Hijo de padres agricultores con muy pocos recursos, Letuni nació y creció en una zona selvática del Congo, a 250 kilómetros de la capital. El joven no paró de crecer y el patriarca de su aldea recomendó a sus padres que le enviasen a la ciudad, en un viaje penoso que en avión duraría 20 minutos y Letuni tuvo que realizar durante dos días a bordo de un camión. En Kinshasha comenzó a jugar, hace seis meses, en el Onatra, el conjunto de otro gigante africano que hizo historia en el baloncesto, Dikembe Mutombo. A partir de ahí, su camino se cruzó con U1st, concretamente con Laminé Savané (hermano de Sitapha, pívot del Gran Canaria) y el legendario Anicet Lavodrama, que peinan el continente para que las jóvenes promesas del baloncesto africano se hagan un hueco en Europa.

Así ha llegado a España para buscar su sitio, pero después volverá a Congo antes de tomar una decisión sobre su futuro, que en cualquier caso supondrá su llegada a España como estudiante con una beca del club que apueste por ellos. Mientras, convive en pisos con jóvenes canteranos que no dieron crédito al ver a un joven de 2'24 y 15 años entrar por la puerta de su casa. De hecho, todavía se sorprenden con el increíble tamaño de sus enormes manos. Bienvenu Letuni, que se defiende en francés y asegura tener novia, llega de la mano de otro congoleño que, desde más abajo, apunta incluso más alto que el gigante africano. Es Webber Lufanga, un base de la misma edad que Letuni y 1'88 de estatura que tiene encandilados a los técnicos de Badalona con sus espectaculares mates. Su estilo, más propio del baloncesto europeo, y sus buenos fundamentos, han llamado la atención de los ojeadores.

De momento, los que han visto jugar a estos dos jóvenes africanos se han quedado boquiabiertos. La opinión sobre Letuni es unánime: "sabe jugar", algo que no es poco teniendo en cuenta que empezó a practicar este deporte en abril de este mismo año, aunque no es lo único que llamó la atención de los que han podido verlo con el balón en las manos. "Machaca sin saltar", comentan. Y no es para menos, con un 56'5 de pie (un 22 americano). Ahora, junto a Lufanga, tratará de seguir los pasos de sus ídolos, Ibaka y Eyenga, para cimentar su propia historia en el baloncesto español.

QUIQUE PEINADO Y DAVID SARDINERO | Marca


Gran hermano Bienvenu (2011)

El poblado se llama Bandundu. Está a cuatro horas en carromato de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo. Allí nació, hace 16 años («no tiene ni uno más», asegura Jordi Martí, director de la cantera del Joventut de Badalona), Bienvenu Letuni, el joven que, de momento, mide 2'26 metros y aspira a ser el techo del basket español, como en su tiempo lo fue Roberto Dueñas (2'21), también aquejado de acromegalia, una enfermedad crónica, causada por una secreción excesiva de la hormona del crecimiento.

Bienvenu, cuyo nombre parece expresamente escogido por sus padres, sabedores de que su hijo acabaría recalando en uno de los hogares deportivos más familiares del mundo, la Penya, no tenía intención de jugar a basket, pero hubo quien le descubrió su pasión oculta. Fue la compañía You First Sports (Tú primero), a caballo entre una ONG deportiva y una empresa cazatalentos, que, en uno de los muchos campus que organiza por África, vio posibilidades en un niño de 15 años. Pere Gallego le pidió a su colega Anicet Lavodrama, exjugador de la Liga ACB y con billete semanal a cualquier país africano donde pueda descubrirse un nuevo talento, que fuera a verlo. Y Lavodrama fue, vio y se lo trajo a España. Estuvo primero en Vitoria pero, finalmente, se lo quedó una entusiasmada Penya.


Hace algo más de un año, cuando el nuevo gran hermano de los júniors verdinegros entró en el piso tutelado por Óscar Tala, en el que convive con otras cinco promesas, solo había un objetivo, un propósito en el club que preside Jordi Villacampa y, digno de elogio, en su principal patrocinador, la aseguradora DKV: la salud de Letuni, salvarle la vida. El doctor Víctor Laínez, desde el club, y la doctora y cirujana Cristina Hostalots, que terminó operando al joven congoleño en un quirófano de Can Ruti, mimaron al gigantón hasta dominar su enfermedad y ofrecer al muchacho la posibilidad de cumplir el que ya es su sueño: ser jugador de baloncesto.

Nadie sabe si es extraordinario, bueno o malo. Todavía hay demasiadas dudas sobre él, pese a que, tanto física como mental y técnicamente, no puede ofrecer mejores expectativas. «El mérito de la Penya -explica Pere Gallego- es doble ya que, por un lado, no ha regateado ni esfuerzos ni medios para salvarle la vida a Bienvenu y, por otro, le ha ofrecido una familia, unos amigos, unos maestros y unos compañeros ideales para crecer, tanto personal como deportivamente». Nadie sabe dónde llegará Letuni, pero todos aseguran, desean y ansían que su salto de Bandundu a Badalona cambie, a mejor, su vida y la de los suyos.

De hogar en hogar

Letuni, que pasó la Nochebuena en casa de Jordi Martí, la Navidad en casa de Oscar Tala y el Fin de Año en casa de su entrenador, Lluís Riera, no muestra, ni mucho menos, la torpeza de otros gigantes. «No sabemos dónde llegará, pero tiene muy buena pinta», dice Riera, que estos días lo dirige en el pabellón de L'Hospitalet Nord, en el prestigioso torneo júnior de Reyes donde ha hecho su presentación internacional. «Para lo grande que es, se mueve con enorme coordinación, tiene muy buenas manos y, sobre todo, escucha mucho».

Nadie tiene prisa con Letuni, nadie. Y mucho menos la Penya. «Lo único que queremos es que disfrute de su nueva vida y del basket», dice Martí, que es otro de los que no se separa del congoleño. «Y que aprenda todo lo que pueda. Nosotros ya empezamos a saber cinco o seis palabras en lingala y él nos ha sorprendido con su castellano y francés y pronto hasta con el catalán». «Es un trozo de pan», dicen sus compañeros, que le adoran. Y eso que calza un 55'5 y que su mano, enorme, no se puede fotocopiar en un DIN-A4. No cabe, se sale por los bordes. «Tener una mano así -cuenta Riera- es bueno para atrapar la pelota y taponar, pero malo para encestar. Trate usted de encestar una pelota de tenis, ya verá lo difícil que es».

«Es entrañable, la verdad», afirma Riera. «Vive sin complejos, feliz», añade Tala. «En cuanto gane kilos va a ser temible bajo el aro», sentencia Martí, que añade mientras esboza una amplia sonrisa: «Los rivales empiezan temiéndole, pero enseguida le encuentran las cosquillas». Y es que Letuni es, sobre todo, un bonachón. Y, claro, los chicos abusan de él.

EMILIO PÉREZ DE ROZAS | El Periódico de Catalunya


Guía oficial del Campeonato de España junior