El guión previsto: los dos equipos más frenéticos de la liga saltaron a la cancha con la firme determinación de aplicar su endiablado ritmo de juego. Y en esa lucha, por momentos, la obsesión de los dos contentientes rebasó la línea de la precipitación (42 pérdidas de balón). Con una frecuencia de posesiones prácticamente inasumible para el ojo humano, cobró una relevancia capital la batalla por el rebote. Y en ese apartado estadístico, los jugadores pielaguistas realizaron un trabajo extraordinario (18 capturas más, a pesar de los cinco minutos finales). Con la ausencia de Borja Anillo y tres pequeños en pista durante prácticamente todo el choque, el mérito se eleva a la máxima potencia.
Williams el custodiador: el mariscal británico desplegó una infranqueable alambrada de espinos en los alrededores de la pintura. Todo balón que se elevaba por encima del nivel del aro no escapaba de su área de influencia. El africano no deshilachó las costuras de su buchaca de auténtico milagro, con 21 capturas (10 de ellas en el aro contrario, sinónimo en su mayoría de canasta) y un sinfín de palmeos hacia sus compañeros que garantizaban segundas y terceras opciones de ataque. A todos esos méritos cuantificables, habría que añadir su habitual labor intimidatoria (su sola presencia causa una ola de pánico) y una aportación al basket-espectáculo que los aficionados agradecen.
Easo no se rinde: en plena explosión pasista (momentos centrales del partido), la diferencia se disparó hasta los 21 puntos (52-31). Los jóvenes donostiarras no dejaron de creer en sus posibilidades y, apoyados por sus seguidores, emergieron de la mano de sus tiradores. La desventaja menguó hasta los cinco puntos (66-61), pero a los renedanos no les tembló el pulso a la hora de aplicar la puntilla. Con su fiabilidad tradicional, David García Peña le puso el lazo a la victoria desde la línea del tiro libre, redondeando otra de esas tardes-noches memorables: 30 puntos, 8 faltas recibidas y 3 asistencias que bien pudieron ser 10. Vaya sociedad la que se traen. Fotografía | David Cuesta para el Pas Piélagos
MARIO TAMAYO CASTAÑEDA | www.algosemueve.org
