14 de octubre de 2014

Misma película, distinto final

Apuntes del Pas Piélagos 44-58 CD Estela

En plena forma:  Una de las sentencias más manidas en el mundo del deporte es esa que asegura que no hay dos partidos iguales. Como toda frase recurrente, es básicamente falsa. Este domingo, los pupilos de Dani García y Chus Sainz se han encargado de ratificarlo sobre la cancha. Con un extramotivado Quique Rivas a los mandos de la nave santanderina (ocho puntos consecutivos) y un inmaniatable DeAngelo Hailey, los visitantes han vuelto a desarbolar a sus contrincantes en apenas veinte minutos de juego (28-48 a un segundo del descanso). No resiste la comparativa con doce meses atrás: esta vez sí, el CD Estela se encuentra presto para afrontar con plenas garantías el inicio de la liga, con un equipo defensivamente tan fiable como la temporada anterior, aunque mucho más engranado en el aspecto ofensivo y con jugadores más co-partícipes del estilo.

Mucho por mejorar:  No le ha cundido demasiado la pretemporada al cuadro renedano, al que seguramente le llega demasiado pronto el arranque de la competición. Su entrenador cuenta con una gran selección de ingredientes para elaborar un plato de alta cocina, pero por el momento parece que no maridan. La rotación de ausencias por unos u otros motivos tampoco ayuda. Jaime García y David García Peña no terminan de encontrar su sitio en el equipo, en el que ha ganado un indudable protagonismo Edu Ruiz, mucho más cerca de la pintura que la temporada pasada. El retorno de Juan Arnaiz constituye uno de los pocos saldos positivos del domingo para el conjunto pasista, excesivamente susceptible a las decisiones arbitrales (otras tres técnicas) e inconviviente con los marcadores adversos. Material humano tiene para voltear las amargas sensaciones.


Imágenes evitables:  No cabe duda de que los derbis son especiales para todos, técnicos, jugadores y aficionados; pero el grado de tensión creciente de los dos últimos (disputados en apenas tres semanas) no nos conduce a ninguna parte. O sí: a que puedan deteriorarse las excelentes relaciones que existen entre los protagonistas o entre las instituciones. A falta de un par de minutos para el final del tercer cuarto, la reclamación de una falta degeneró en una descalificante y un desafortunado comentario en una reacción desaforada, aunque humanamente comprensible. Una palabra hiere más profundamente que una espada, aseguraba el escritor inglés Robert Burton. Llegados a ese punto, y aunque la sangre no llegó al río (de manera milagrosa), la suspensión fue lo mejor que pudo pasarle al partido.


MARIO TAMAYO CASTAÑEDA | www.algosemueve.org