5 de septiembre de 2016

La ley de la ventaja

Este lunes, la Liga ACB ha comunicado su intención de endurecer la regla de las faltas antideportivas en las transiciones y en los contraataques. Lo ha hecho tras una reunión a la que han acudido los responsables de arbitraje (ex-colegiados) más los entrenadores y los directores deportivos de los 17 clubes de la categoría (ex-jugadores). Ni que decir tiene, y como suele ser habitual en este tipo de foros, han quedado al margen de toda discusión los jugadores en activo ya que, como todo el mundo sabe, no solo carecen de capacidad de reflexión, sino que además no tienen ningún conocimiento sobre el deporte que practican (modo ironía).

En primer lugar, no nos negarán que produce cierta ternura que los mismos que han defendido el uso de las faltas tácticas sean ahora los abanderados de la lucha contra ellas. Que nadie se preocupe por su falta de coherencia, porque tan solo unos días después de enarbolar la causa del basket-espectáculo, buscarán el resquicio para saltarse la norma con idéntica impudicia; y lo harán (seguramente) al mismo tiempo que imparten sus consignas buenistas a través de sus cuentas de twitter, aderezadas con sus frases motivacionales. Es lo que en política se denomina sobreactuación y en la vida más prosaica postureo.


La decisión de la Liga ACB es tan paradógica que, en su intento por agilizar el juego, se adopta la decisión de prolongar la parada: lo que antes se castigaba con un saque, a partir de ahora se penalizará con dos tiros libres y banda. Y todo ello en el contexto de una liga que eterniza los encuentros, sin piedad del aficionado, por encima de las dos horas. Porque, no nos engañemos, el principal enemigo de este deporte son los tiempos muertos, y no los que solicitan los entrenadores (o se condecen a las televisiones), sino las interrupciones machaconas y permanentes a las que estamos expuestos en los 40 minutos de duración.

Además, la medida de la Liga ACB se basa en una teoría cuestionada en muchos otros ámbitos de la vida: que la dureza del castigo retrae al infractor. En realidad, la eficiencia de una regla de este estilo se tendría que evaluar desde un ángulo mucho más utilitarista: ¿compensa la sanción (dos tiros libres que se pueden anotar o fallar y un saque de banda que se puede aprovechar o desaprovechar) a la posibilidad de detener el juego o romper el ritmo del partido? Más aún, ¿hay algún estudio que demuestre, más allá de la supuesta lógica, que el coste en puntos de una falta antideportiva es superior al de un 1x0?

La objetivación

Tampoco resulta un acierto la introducción de conceptos como situaciones de transición o contraataque. Seguro que aficionados, jugadores, técnicos y árbitros convenimos en una definición de esos términos. Pero esa no es la cuestión: la cuestión es que las reglas no se aplican a situaciones genéricas, sino que tienen que descender a los hechos concretos. Por ese motivo se habla del último hombre en el fútbol, o de dirigirse hacia el portero o de escorarse hacia el banderín; porque cuanto más se afine la casuística, menor será el margen para la interpretación y, por lo tanto, más claro el criterio.

Por otra parte, parece evidente que, con una norma de este tipo, van a aumentar de manera exponencial las decisiones de riesgo de los árbitros a lo largo de un partido. En general, no nos equivocaremos si decimos que existe más tolerancia a las señalizaciones que se quedan cortas (falta personal en lugar de antideportiva) que a las que se pasan de frenada (antideportiva en lugar de personal). La nueva regla de la Liga ACB va a requerir de árbitros más valientes, una cualidad que no abunda precisamente en el colectivo. La desproporción entre el contacto y la penalización también provocará sus debates.

Hay alternativas

Sin embargo, y pesar de todas las críticas que hemos enumerado, coincidimos en el diagnóstico: se deben tomar las medidas necesarias para acabar con las faltas tácticas. No obstante, diferimos en la solución: no tiene ningún sentido parar el juego cuando se beneficia al infractor. Es cierto que en baloncesto existe el concepto de ventaja-desventaja, pero no lo es menos que: 1) se aplica en situaciones muy determinadas y 2) no permite la marcha atrás, que es lo interesante y lo que sucede en otros deportes (fútbol, hockey, balonmano o fútbol sala). Es una anomalía impropia del siglo XXI.

La ley de la ventaja es susceptible de aplicación en multitud de situaciones y no solo en transiciones o contraataques. ¿Cuántas veces se detiene el juego para señalizar una falta justo antes de una acción continuada o sobre un pasador que ha conseguido asistir a un hombre sin oposición en las cercanías del aro? Las reglas no pueden ser un impedimento para la fluidez de un partido. La norma del final de posesión es un ejemplo paradigmático: tras un sinfín de vaivenes, se acordó la fórmula que aportaba una mayor continuidad al juego; desde entonces, ni ha variado ni se ha cuestionado. Fotografía | Liga ACB


MARIO TAMAYO CASTAÑEDA | www.algosemueve.org