21 de septiembre de 2012

Barato, barato

Advertencia: este artículo puede herir su sensibilidad

Si el negocio de Sheldon Adelson fuesen las canchas de baloncesto y no las máquinas tragaperras, ésta sería su tierra prometida: ninguna región como la nuestra para montar un club profesional escalando desde las categorías más bajas de nuestro deporte. Cantabria es la comunidad española más barata del panorama baloncestístico nacional; o dicho de otra forma, es al baloncesto lo que China al negocio textil, o lo que Thailandia a las multinacionales deportivas: un paraíso, el jardín del Edén.

A lo largo de los últimos días hemos recopilado información sobre el coste que representa en cada comunidad uno de los gastos más importantes en la economía de los clubes: las tarifas arbitrales. Todo ello viene a colación de las cantidades que tendrán que pagar este verano algunos clubes por los partidos amistosos que han organizado: 18'5 euros por un junior (no, no estamos hablando de la paga semanal de un adolescendente) y 30'5 por un Primera División (en ambos casos, con un solo árbitro y un solo anotador).

Repasemos cifras

En Cantabria, el coste de un encuentro de la máxima competición de la FCB es de 125 euros. Con ese dinero, los equipos gallegos y manchegos apenas podrían pagar la tercera parte de lo que les cuesta un partido de la misma categoría (393) y en la vecina Castilla y León no andarían lejos (347). La factura se multiplica por dos en las Islas Canarias (283), en Madrid (266'40), en Euskadi y Navarra (258'90), en la equiparable La Rioja (257'50) y en las rescatadas Andalucía (248), Valencia y Murcia (247'50) y Catalunya (226'30).

Las dos únicas comunidades que bajan de la doble centena son Extremadura (196) y el Principado de Asturias, donde la pasada temporada cobraban 163'20 euros en la liga regular y 200 exactos en las fases finales. No disponemos de los datos de Aragón (comunidad en la que se exige un aval de 2.500 euros, cuatro veces más que el supuesto cántabro) ni de las Illes Balears (federación que no se anda con miramientos a la hora de excluir a los clubes deudores). La tarifa montañesa es, por lo tanto, la más barata de España.


En cuanto a las cantidades que perciben los árbitros, en todas las federaciones que hacen públicos esos datos hay un denominador común: los colegiados cobran el doble. Las cifras se mueven entre los 88 euros del trencilla catalán y los 75 del castellano y leonés. La única comunidad que no solo se aproxima, sino que iguala la asignación (39 euros) es Asturias (54'50 en finales). Se da la macabra circunstancia de que en nuestra comunidad bajó 11 euros por cabeza para que la competición pasase de siete a doce equipos (2007-2008).

En la Segunda División la situación es básicamente la misma. El diferencial se mantiene inalterable, y lo hace hasta tal punto que el coste de un choque de cualquier Liga Autonómica es mayor que un partido de Primera División cántabra. Las cifras oscilan entre los 293 euros de Castilla La Mancha y los 117'30 de Asturias. Por medio, los 228 de Euskadi, 185 de Galicia, 163 de Murcia, 154 de Valencia, 151'55 de Madrid, 142'30 de Catalunya, 136'40 de Castilla y León, 134'50 de La Rioja y 133'45 de Navarra. Aquí son 70.

El coche, ese gran...

En cuanto a los gastos de desplazamiento, las diferencias también son notables. En nuestra comunidad se mantienen intactos los 19 céntimos por kilómetro que estableció el Gobierno central parece que per secula seculorum. Esa misma cantidad es la que figura en las bases de competición en Galicia, Murcia y Madrid, pero con matices: en el primer caso, mejorables a 0'20, en el segundo con un mínimo garantizado de 5 euros y en el tercero aplicables a cada miembro del equipo arbitral. En Valencia se establecen los 0'14.

En el resto de federaciones, las cantidades se aproximan más a la realidad gasolinística española. En Castilla La Mancha la banda se sitúa entre los 21 y 25 céntimos, en Andalucía entre 23 y 26, en Euskadi entre 22 y 30, en Catalunya entre 32 y 33, en Navarra son 35 y en La Rioja 36. La cifra exacta depende del número de vehículos que se empleen y, en algunos casos, del precio de los carburantes. Además, se aplican suplementos por distancias kilométricas y bandas horarias. Viñeta | Chumy Chúmez


MARIO TAMAYO CASTAÑEDA | www.algosemueve.org