23 de noviembre de 2010

Evitar una desgracia

El pasado domingo se disputó en Muriedas la final de la Supercopa de Segunda Junior masculina entre Arsán Cantbasket y Calasanz-San Agustín. El escenario elegido para la celebración del evento fue el Pabellón Matilde de la Torre, una instalación situada en los aledaños del colegio que lleva su mismo nombre. El choque hubiera sido uno más, entre los muchos que se desarrollan cada año en nuestra comunidad, de no ser por una incidencia que pudo acabar en tragedia.

En la segunda mitad del encuentro, un jugador del equipo verde resbaló cerca de la línea de fondo. En la caída, y mientras se deslizaba, se engnanchó con un contrario, con tan poca fortuna que la inercia le arrastró hacia la pared sin que pudiera hacer nada por evitarlo. El jugador se golpeó brutalmente en la parte posterior de la cabeza; el eco resonó con fuerza en todo el pabellón y un grito dramático (como el que recorre la plaza en una cogida) salió de la grada.


Durante unos instantes se encogió el corazón de todos los aficionados presentes (entre ellos, familiares de los jugadores). Pasados unos segundos, y después de recibir la asistencia de un espectador, el chico lograba incorporarse por su propio pie y dirigirse al banquillo visitante, de donde no volvería a levantarse hasta el final  del choque, y sólo para celebrar el triunfo con sus compañeros. A dios gracias, lo que parecía una mañana trágica se quedó en un susto.

No obstante, conviene reflexionar sobre lo sucedido. Las desgracias no ocurren nunca, hasta que un día suceden. La suerte es un aliado fundamental en la vida de cualquier ser humano, pero la responsabilidad lo es en mayor medida. Y en este aspecto, resulta intolerable que una cancha que no reúne las condiciones mínimas exigibles (el obstáculo más cercano debe estar a dos metros de la pista) haya obtenido el visto bueno de las autoridades municipales y federativas.

Somos conscientes de que la disponibilidad de las infraestructuras deportivas en nuestros municipios (salvo contadas excepciones) no es precisamente absoluta, y que son muchos los acontecimientos deportivos que tienen lugar cada semana. Ahora bien, eso no debería ser excusa para que se haga uso de instalaciones que no respetan los mínimos de seguridad, porque en juego está la integridad física de nuestros deportistas. Ya lo dice el refrán (sin ánimo de ser agoreros): cuando una desgracia amaga, otras vienen a la zaga


MARIO TAMAYO CASTAÑEDA | www.algosemueve.org