12 de abril de 2011

Homenaje a Valle-Inclán

El pasado sábado los integrantes de la plantilla del segundo equipo del CAB Obradoiro tramaron un homenaje en toda regla a su paisano Ramón del Valle-Inclán. El literato gallego hubiera estado orgulloso al comprobar hasta qué punto nuestros protagonistas dotaban de contenido a su gran especialidad literaria, el esperpento. Minutos antes del inicio del encuentro que les enfrentaba al SAB Torrelavega, los santiagueses comunicaban su intención de plantarse debido al incumplimiento reiterado del pago de sus contratos, de modo que fueron los representantes del equipo autonómico quienes tomaron el relevo.

Y es que hay dos principios que todo deportista debería anteponer a sus legítimos intereses personales y económicos: el respeto al adversario y la integridad de la competición. Con respecto al primero, lamentamos que los jugadores obradoristas no hayan valorado los 466 kilómetros recorridos por la expedición del club torrelaveguense, ni las dos semanas de preparación para una eliminatoria fundamental para la entidad; con respecto a lo segundo, resulta inaceptable que unos deportistas consientan semejante humillación a una competición (31-118), por muy degradada o devaluada que se encuentre.

Lo cortés no quita lo valiente

Ahora bien, seríamos injustos si no reconociésemos el grado de desesperación por el que deben estar atravesando los jugadores gallegos para tomar una medida de este calibre. Y añadimos: el hecho de que hayan elegido la fórmula más inadecuada de protesta no es óbice para reconocer que sus reivindicaciones son justas y razonables. Más aún, debería ser considerado sagrado el derecho de todo trabajador a percibir el salario que le corresponde. Desgraciadamente, se está convirtiendo en una práctica cada vez más habitual que los directivos de los clubes no cumplan con sus obligaciones.

Llegados a este punto, podríamos discutir si es razonable que una categoría amateur como la Liga EBA pague sueldos profesionales, si deberían establecerse límites prepuestarios en las competiones nacionales e incluso si son moralmente aceptables legislaciones como la ley concursal, en la que los asalariados se sitúan legalmente a la cola de los perceptores. Pero no nos engañemos, todos estos debates serían innecesarios si los clubes hiciesen gala de responsabilidad y cumplieran una máxima no menos sagrada: que no se puede vivir por encima de las propias posibilidades.

Dicho todo esto, no nos marcharemos sin denunciar la insensibilidad manifiesta de cuatro colectivos en este asunto: en primer lugar, del equipo autonómico, insolidario con sus compañeros EBA; en segundo, de la directiva del club, incapaz de destinar 6.000 euros al filial sobre un presupuesto de 1.500.000; en tercero, del sindicato de jugadores, más centrado en salvar los cupos de la élite que en defender a la plebe; y en cuarto, de la FEB, presente el día de autos en Santiago para promocionarse. Ya lo dijo Valle-Inclán: el sentido trágico de la vida española sólo puede ofrecerse con una estética sistemáticamente deformada.


MARIO TAMAYO CASTAÑEDA | www.algosemueve.org