No hay follón que no tenga precedente en la convulsa historia del Cantabria Baloncesto. En octubre de 2000, la Liga ACB decidió excluir de su Asamblea al club cántabro y arrebatarle su derecho a percibir los 200 millones de pesetas en caso de descenso. El propietario del club (a la vez que su enterrador), el ínclito Ciriaco Díaz Porras, acudió a los tribunales para impugnar la Asamblea y recuperar el fondo a toda costa. Fueron tiempos inolvidables para los curtidos aficionados torrelaveguenses, que en apenas unos meses pasaron de la desaparición a ver cómo se construía un equipo a escasos días del comienzo de la liga. Hubo de todo, desde frases célebres como las pretemporadas son un invento de los entrenadores (sic) hasta insinuaciones para perder los partidos y provocar el descenso del equipo:
Imagen | Iván Peláez Herreros | Gigantes