30 de junio de 2013

Miserable

Como todo el mundo sabe, el pasado sábado se celebró la Asamblea anual de la Federación Cántabra de Baloncesto. De las 39 propuestas que (como adelantamos) se formalizaron, hubo 33 que se debatieron y seis que se batieron. Estas últimas fueron las promovidas por la representante de los árbitros y las anotadoras. El procedimiento fue el siguiente: breve exposición de la idea, alegato del presidente de la FCB para hundir la moción (hasta aquí nada fuera de lo normal) y aplastante votación en contra. Alguno pensará que lo tercero fue consecuencia de lo segundo; seguro que no es el caso.

Como en todo proceso democrático, las votaciones se ganan y se pierden. Los asambleístas son absolutamente libres de tomar todas las decisiones que consideren oportunas y con las motivaciones que crean convenientes. Cualquier otro modus operandi sería intolerable. Ahora bien, toda decisión tomada por una persona mayor de edad y en plenitud de sus capacidades conlleva una responsabilidad ineludible, y mucho más cuando las consecuencias se ciernen sobre terceras personas. Es la carga del cargo, el peso de disponer de la vida de los demás en las propias manos.

Unos 80 euracos

Todo esto viene a cuento de dos medidas que se rechazaron: la primera de ellas fue la posibilidad de contratar un seguro para árbitros y anotadoras. La razón es muy sencilla: de los 130 partes que se han producido esta temporada, solo tres correspondieron al colectivo arbitral. Evidentemente, a nadie medianamente normal le puede parecer justo que paguen lo mismo (53 euros) una persona sentada a dos metros de la cancha y otra en permanente contacto físico con sus contrarios. Ahora bien, una cosa es lo justo y otra lo útil, y rebajar el seguro de los jugadores parece un caramelo irrenunciable para los clubes.

La segunda medida que se rechazó fue eximir a las anotadoras del pago de las licencias federativas (25 euros). En este sentido, resulta bastante llamativo que los mismos 18 clubes que pasaron por alto una partida extraordinaria de 4.800 euros (¡vaya descuido!) en gastos de seguridad social, estuvieran tan atentos a la hora de tumbar una medida bastante menos dolosa en el aspecto económico. Fue también bastante llamativo que el beneficiario de los 4.800 euros extra clamase la ya famosa frase de NO HAY DINERO; por si fuera poco, el mismo año en que la Federación aumenta en dos millones de pesetas su presupuesto.

¿Cobrar, qué es eso?

Pero lo verdaderamente grave del asunto es esto: que jóvenes anotadores de 15, 17, 19 o 21 años (y mayores), a los que la pasada temporada les salieron los meses de octubre y de noviembre a pagar (gracias a la suma de la licencia y del seguro), este año no van a oler un céntimo de euro hasta 2014, porque en la conjunción de las desgracias, el consejero de Deporte solo piensa abonar los arbitrajes de las categorías junior a trimestre vencido. Ni licencias, ni seguros, esto es lo que verdaderamente han votado los clubes el miércoles pasado en la Asamblea. Y esto enlaza con lo expresado en el segundo párrafo.

A todo esto, no deberíamos olvidar que estamos hablando, en la mayoría de los casos, de personas que han pertenecido e incluso pertenecen a los propios clubes, y en muchos otros, de madres, hijas, hermanas, primas, amigas y novias (aplíquese también el masculino) de los mismos que han ejecutado el voto. Pero la palma de las indignidades se la lleva quien, desde su posición predominante y perceptor del 10% del presupuesto del ente federativo, se atreve a calificar de insolidarias a las anotadoras, algunas de las cuales se van a pasar cuatro meses sin cobrar y trabajando. Este es el deporte que estamos construyendo.


MARIO TAMAYO CASTAÑEDA | www.algosemueve.org