Las dudas que generó su aterrizaje en el Valle de Piélagos desde tierras torrelaveguenses fueron rápidamente enterradas al encontrar con facilidad un área de confort, cimentada en el apoyo incondicional por parte del club desde los albores de su idílica relación. Pudo desarrollar sus principales dotes desde el banquillo, que radican principalmente en una inestimable capacidad diferencial para potenciar el crecimiento individual del jugador en las diferentes lecturas del juego y combinar esa circunstancia con el progreso del equipo, inmerso en una idea seductora de juego ofensivo.
Suma de ingredientes
Obtener beneficio de la inercia competicional de un anotador estelar, forjado al ritmo de la Liga EBA, como Pablo Obregón, degustar los mejores minutos de Manu Díaz desde su retorno a la tierruca (jugando en modo MVP en muchos momentos del campeonato), la reconciliación baloncestística con Álvaro Fernández (Basu) y el nivel de exigencia planteado a la prometedora generación de 1995 (con Rodrigo Devega, Iván Saiz y Oscar Ruiz) han sido claves para la cohesión de un grupo que ha planteado un baloncesto atractivo y que ha roto los férreos clichés que presiden la actual competición.
Ha sido el líder indiscutible, con una visión meridianamente clara de las metas que pretendía alcanzar, y ha sabido empatizar con los pesos pesados del vestuario, enfatizando su autoridad sin correr el riesgo inequívoco de la imposición. Una referencia se merece su ayudante David Cobo, copartícipe y aprendiz, que ha colaborado activamente con un talento impropio de su juventud en la consecución de los éxitos. Su rutilante fichaje por Amide Camargo vaticina una nueva era de esplendor en su excelso curriculum, partiendo desde la base de una temporada donde se le ha visto volver a disfrutar en los banquillos.
JOSÉ ÁNGEL DURÁN AGUIRRE | www.algosemueve.org