16 de diciembre de 2013

Tres en racha

Apuntes del Pas Piélagos 70-64 UPV de Álava

Igualdad durante los cuarenta minutos:  Hasta el descanso, el intercambio de golpes ensalzó la igualdad entre ambos conjuntos, empate (19-19) tras el primer acto y tablas (29-29) en el receso reglamentario. El cuadro azulón no conseguía equilibrar su juego, brillante en las labores defensivas pero triste de cara al aro, a pesar de la extraordinaria actuación de Miguel Ángel Blanco (20 puntos). A falta de menos de dos minutos para el final, con 62-62 en el electrónico, los locales fueron más eficientes, entregando el balón a David García Peña y dando una vuelta de tuerca en las tareas más arduas, a lo que debemos añadir el errático porcentaje desde la línea de personal de los alaveses (36%). La mala noticia fue la lesión fortuita de Quique Rivas en los albores del partido, con un desafortunado desenlace por parte del cuadro vasco. Desde estas líneas le deseamos una pronta recuperación.

Tres victorias seguidas:  Siembra un hábito y obtendrás una costumbre, asienta una costumbre y la convertirás en tu carácter. La victoria en el deporte es una cuestión global que va más allá de aspectos meramente técnicos o tácticos. El refuerzo positivo del triunfo en el derbi ha exponenciado las bondades del conjunto pasista, revertiendo su situación competitiva y afianzando a los pupilos de Ángel Abascal en la zona noble de la tabla clasificatoria. Un síntoma evidente de esta sintonía renedana es la reacción vertiginosa que brota en el equipo después de cada pantina (charla del técnico) en el transcurso del partido. Dos ejemplos simples: comienzo timorato, tiempo muerto y parcial de 10-0; tras el descanso, llegaron los mejores minutos de los locales, con 20 puntos en apenas cinco minutos. El mensaje llega al grupo y el grupo responde. Fotografía | David Cuesta para el Pas Piélagos


El último de la fila:  Los entrenadores protestan constantemente porque la atención mediática focaliza su interés en las estadísticas y olvidan aspectos fundamentales que no encuentran reflejo en la fría suma numérica. Seguramente, jugadores como Hector Cayón enaltezcan la palabra equipo, aportando ese granito de arena difícilmente cuantificable en cifras. Asumir el rol de ser el último de la rotación no es nada sencillo; apostar por entrenar con un alto nivel de exigencia (a sabiendas de tener una presencia testimonial en la pista), olvidando el apacible sedentarismo deportivo de las ligas autonómicas, mortificaría a una inmensa mayoría; mantener la motivación para colaborar en cada entreno, completar el plantel en circunstancias excepcionales y favorecer las dinámicas positivas grupales es una parte básica en el engranaje de un vestuario. El gélido banco no enfría las ilusiones de los últimos de la fila.


JOSÉ ÁNGEL DURÁN AGUIRRE | www.algosemueve.org