13 de junio de 2011

Ataques de responsabilidad

Apenas ha finalizado la temporada 2010-2011 y ya tenemos la primeras renuncias sobre la mesa en las categorías federativas. Dos conjuntos manchegos (el CB Guadalajara y el CB Illescas) han descartado su participación en la próxima edición de la Liga LEB Plata, competición a la que se habían hecho acreedores por méritos deportivos. Han sido las primeras, pero seguramente no serán las últimas. El elevado coste del aval (138.000 euros) y de la cuota de inscripción (32.000 euros) elevan a casi 30 millones de pesetas el montante económico necesario para salir en la tercera categoría del baloncesto español.

El presidente de la FEB manifestó hace unos meses que era sensible a los problemas de los clubes, sobre todo en el contexto de la actual crisis económica. Su concepto de la sensibilidad debe diferir notablemente con respecto al que posee el resto de los mortales, porque apenas unas semanas después la Asamblea de la FEB decidía mantener las exigencias económicas para participar en todas las categorías. Y recientemente añadía: nosotros no somos los responsables de la gestión de los clubes, sino de aplicar las normas que ellos mismos aprueban en la Asamblea. Eso sí, saben que tienen siempre abierta la puerta de la FEB.

Se desencadenan las lenguas

Afortunadamente, comienzan a escucharse las primeras voces críticas con la gestión de las competiciones. El presidente del UB La Palma (LEB Oro) rompió hace unas fechas la ley del silencio que amordaza a los dirigentes de los equipos federativos: la FEB vela por sus intereses y no se va a apiadar de los clubes con problemas. En la última asamblea federativa se acordó que no habría reducción de las cuotas de inscripción y los clubes deberán asumir los costes que la FEB diga; ellos seguirán cobrando lo mismo, mientras que los clubes cada vez tendremos más problemas para salir adelante. Un valiente.

Las malas noticias para las entidades deportivas se acumulan, porque el partido político entrante la mayoría de los gobiernos autonómicos y municipales del país (PP) ha anunciado que la austeridad será una de sus principales señas de identidad. No parece demasiado aventurado pensar que buena parte del recorte anunciado afectará a los clubes deportivos, que en España se nutren fundamentalmente de las subvenciones públicas. En un país donde la capacidad para generar recursos propios es mínima, en gran medida por la ausencia de una ley de mecenazgo, semejante anuncio puede significar una fosa común deportiva.

No pueden irse de rositas

El dibujo del panorama baloncestístico nacional quedaría incompleto si no mecionásemos la parte de responsabilidad que corresponde a los dirigentes de los clubes. Durante buena parte de la última década, las ambiciones deportivas han sobrepasado los niveles mínimos de prudencia, hasta el punto de comprometer la propia superviviencia de las entidades. Han sido muchas las que han desaparecido y otras tantas las que se encuentran en la cuerda floja, aunque no menos las que han reconducido su comportamiento imprudente, o simplemente, las que jamás han rebasado ni rebasarán la línea roja.

Y en esas estamos, en un sistema darwiniano, donde los gigantes con pies de barro caen sin solución de continuidad, presos de la selección natural, y los clubes responsables sobreviven gracias a su capacidad de adaptación (en muchas ocasiones, aun a costa de renunciar a sus legítimos derechos deportivos). Y aunque nunca resulta agradable que las personas ni las instituciones queden fuera del lugar que merecen, no seremos nosotros quienes criticaremos esos ataques de responsabilidad. A ver si al presidente de la FEB le da uno pronto, aterriza sobre la tierra y acaba con este extemporáneo sistema.


MARIO TAMAYO CASTAÑEDA | www.algosemueve.org