30 de noviembre de 2010

Las tres ies

Lo expresado en el siguiente artículo son meras opiniones personales, que en ningún momento trato de exponer como verdades únicas y absolutas. A medida que pasan los años y he ido adquiriendo una mayor experiencia en el mundo del baloncesto, he llegado a la conclusión de que los jugadores en los que creo pueden sintetizarse en lo que denominaré en este texto como la triple i, tres simples conceptos de cuyo mayor nivel dependerá el mayor valor de un jugador como tal.

Intensidad

La primera “i” a valorar sería la intensidad. Se trata de un factor con el se logran suplir muchas deficiencias y errores que puedan cometerse. Un jugador intenso es un jugador agresivo (que no violento). Aparte de dar la capacidad de corregir errores propios o de algún compañero, faculta la posibilidad de forzar con mayor frecuencia los errores de los adversarios. Algunos jugadores con una alta intensidad son capaces incluso de contagiársela a sus compañeros, incrementando mucho más su valía.

Otros tienen una gran capacidad productiva y realizan multitud de acciones cuantificables tanto positiva como negativamente en periodos muy cortos de tiempo, llegando en algunos casos a tener la facultad para cambiar ritmos de partido muy definidos hasta el momento de su entrada en pista. Disponer de jugadores con esta habilidad revulsiva me parece de verdadero interés, aunque también la gestión de ellos me resulta especialmente dificultosa por la posibilidad de que la revolución sea contraproducente para un partido encarrilado.

Inteligencia

Otra “i” de gran importancia sería la inteligencia. La importancia de que un jugador tenga el conocimiento de hacer lo que es más adecuado en cada momento, dentro de lo que él domina, me parece mucho más útil que el poseer una mayor gama de posibilidades pero sin tener el verdadero conocimiento de cuándo resulta idóneo usar cada una de ellas. Esta habilidad permite dar soluciones rápidas y adecuadas a los problemas que puedan surgir en la pista. Incluso un jugador inteligente puede llegar a administrar mejor el cansancio físico en la pista, evitando ejecutar acciones de gran desgaste y de poco provecho o porcentaje de éxito.

Sin embargo, hoy en día la toma de decisiones correctas muchas veces está infravalorada ante la exhibición de acciones mucho más arriesgadas, de menor porcentaje de efectividad, pero que resultan de gran plasticidad o impacto visual. El simplismo actual, que reduce a un jugador a despliegues acústico-visuales de una duración de escasos minutos (en los que pueden verse sus jugadas más espectaculares) no creo que sea un juez justo para ver la verdadera valía de un jugador. Seguramente, ni siquiera lo sea el tener sólo el conocimiento de su total rendimiento en los partidos, ya que a veces la aportación de ciertos jugadores va más allá de lo que muestran sobre la pista.

Integridad

Por último, y no por ello menos importante, la otra “i” a vigilar sería la integridad. Al ser un concepto algo más abstracto, creo conveniente hacer un inciso de lo que valoro como jugador íntegro. Éste sería el que es consecuente con su toma de decisiones en lo que respecta a la práctica del baloncesto y el nivel de prioridad que le otorga. Desde mi punto de vista, no resulta tan importante que el nivel de implicación sea alto, como que uno no se sitúe ante los demás ni ante sí mismo en un nivel de compromiso distinto al que realmente se está. Si el propio jugador conoce bien su nivel de implicación y lo trasmite se pueden buscar posibles soluciones o una ubicación lo más idónea posible a ese nivel de compromiso; en caso contrario, los malentendidos darán paso rápidamente a los problemas.

Un jugador integro se tiene respeto a sí mismo, a sus compañeros y al juego. Posee una buena capacidad de autocrítica: analiza sus propios errores y no se esconde tras los fallos de otros. Incluso, puede llegar a convertirse en su mayor crítico, teniendo que ser necesario a veces protegerle de sí mismo y mostrarle que tiene derecho a fallar, porque se lo ha ganado con su ética de trabajo. Un jugador con un alto grado de desarrollo en esta faceta es muy factible que pueda maximizar sus posibilidades dentro de los otros dos conceptos anteriormente comentados (intensidad e inteligencia).


IVÁN PELÁEZ HERREROS | Entrenador de baloncesto