11 de diciembre de 2011

Regalo de Navidad

Apuntes del SAB Torrelavega 76-81 Zornotza Saskibaloi

Un desenlace inimaginable:  Durante treinta minutos, el equipo torrelaveguense se hizo acreedor a la victoria gracias al juego sobrio que ha mostrado en este arranque de campaña: un juego más coral, menos dependiente de la inspiración de un solo jugador, seguramente no demasiado espectacular, pero exento de artificios. Todo marchaba razonablemente bien: Eloi Galofré asumía los galones en ataque, Miguel Jenaro mostraba la versión 2011-2012, Álvaro Teja cortaba todas las líneas de pase y Pablo Martínez volvía a convertirse en el alma del equipo (vaya dos canastones sobre la bocina). Con todos esos elementos, aderezados con un par de contraataques, el SAB rondó la quincena tras el paso por vestuarios.

Una acción desafortunada:  He aquí una de las principales virtudes del equipo zornotzarra: su espíritu competitivo. No bajan nunca los brazos, no desistieron en Santander y tampoco lo hicieron en Torrelavega. La ventaja mermaba de manera tan lenta como inexorable, con Ibon Carreto enfundado en la malla de superhéroe. Con dos abajo (69-67) y tres segundos de posesión, y tras una gran defensa de los locales, Iñaki Fernández recibió en la línea de tres, fintó y anotó a tabla el triple (69-70). Fue la puntilla. Con varios minutos por delante, el SAB se quedó sin capacidad de reacción ante el golpe recibido y sin respuesta, mas que los triples, a la zona planteada por Unai Zamalloa. Derrota de las que escuecen.


Un público contenido:  Los aficionados que acuden cada semana al Vicente Trueba están irreconocibles. Si por algo se ha distinguido históricamente el público torrelaveguense es por la pasión y la entrega hasta la extenuación. No hace demasiado tiempo, bastaba una mera decisión arbitral, o un mal gesto del contrario, o un punto de inflexión en el partido, para que la bombonera rugiera con determinación; y siempre sin rebasar la delgada línea que separa la animosidad de la radicalidad. En el coliseo torrelaveguense hemos visto al público ganar partidos, pero también reconocer con aplausos el juego de los rivales, e incluso rendir homenaje a un árbitro que colgaba el silbato. Eran otros tiempos.


MARIO TAMAYO CASTAÑEDA | www.algosemueve.org