Presionando hasta las últimas consecuencias: el joven plantel donostiarra se presentó el domingo con una idea defensiva muy clara: presionar en toda la pista en todo momento. Replegándose tanto en individual como en zona, los visitantes se mostraban especialmente intensos durante los primeros compases. El conjunto torrelaveguense sufría para llevar sus ataques a pista delantera (al borde de los ocho segundos en muchos momentos), sumaba un cuantioso número de pérdidas (25 a lo largo de todo el encuentro) y cuando llegaba a ordenar su ofensiva se encontraba en muchas ocasiones con escasos segundos por delante para encontrar una buena situación de tiro. Pero a medida que avanzaba el choque, la presión perdía consistencia, hasta llegar a su máxima debilidad en el último cuarto.
Cimientos muebleros: los de la capital del Besaya se hacían fuertes en la lucha bajo los aros. Los 23 rebotes de diferencia favorables a los amarillos al final del encuentro se convirtieron en una losa muy pesada para llevar a buen término el objetivo visitante de salir victorioso del Vicente Trueba. Los donostiarras no fueron capaces de sacar ventajas de la realización de bloqueos, ya que Merkamueble cambiaba en todos los que se producían. Tal estrategia dotaba de una mayor agresividad e intensidad a la defensa local, mostrándose efectiva sobremanera cuando disponía en cancha un quinteto con un solo poste. La ausencia de un jugador de la importancia de Adrián Saro en los locales o los problemas con las faltas no se convirtieron en una barrera insalvable en la mañana dominical.
Ganando hasta el average: cuando daba comienzo el último cuarto con ventaja por la mínima (48-47) parecía una quimera pensar en superar los 14 puntos de desventaja (75-61) cosechados en el partido de ida. Los comienzos del periodo parecían apoyar tales augurios, ya que los visitantes lograron adelantarse en el marcador. Pero la reacción mueblera no se hizo esperar y se pusieron manos a la obra para convertirse en los amos del encuentro. Excelso despliegue de intensidad, velocidad y verticalidad que les hacía llegar a los últimos instantes con posibilidades de obrar lo que parecía inalcanzable. A falta de siete segundos para finalizar el partido, tiempo muerto de Pablo Chico con 70-58 en el electrónico. Tras el mismo, triple desde la frontal de Paco Masa que dejaba sin respuesta a un Easo que no disponía de tiempos muertos. Se obró el milagro. Fotografía | Saúl Ceballos para el CD La Paz
IVÁN PELÁEZ HERREROS | Entrenador de baloncesto
